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En el escenario de la existencia, nuestros cuerpos son esculturas en movimiento, ocupando y moldeando el espacio con cada gesto. 

La velocidad se convierte en un susurro frenético, mientras la lentitud despliega su coreografía poética. 

En esta performance efímera, somos la danza del tiempo, explorando la geometría del instante con la majestuosidad de ocupar el espacio con cada latido.

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